Al conocerse rápidamente se hicieron amigos, eran
dos personas que se entendían y con la que podían
pasar un buen momento, reír y hasta criticarse, pero no estaban hechos para el amor, aunque confundieran su amistad con ese termino, sabían en el fondo que el amor no cabía en su platicas, y cualquier cosa relacionada a este, llámese deseo o pasión.
No solamente era eso, es que incomprensiblemente podían hablar horas y horas, tenían las mismas reacciones y los mismos gustos, el ardor interno por el otro era palpable, pues un fuerte instinto
comenzaban a manejarlos.
Pero finalmente llegaron a comprender que se conocieron en un lugar prohibido, en un lugar donde las relaciones así, acaban mal, en un lugar tan monótono, que cualquier cosa diferente parece entretenida y fue entonces, donde decidieron poner un limite.
Esa decisión los separo un poco, y dejaron de ser lo que una vez fueron, y entendieron que a pesar de que el corazón les dijera lo contrario y la piel les pidiera a gritos mas contacto y su instinto los impulsara a no pensar en consecuencias, no podían mezclar sus placeres con sus obligaciones.
Hoy solo les queda esperar el día, en que no estén en ese sitio.
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